Fuera
una noche perfecta, el éxito le había llegado, las ovaciones llegaban por
cientos, pero una vez se acabó el espectáculo se fue a su camarote y vio su
realidad.
La
soledad de su corazón quedaba reflejada en su rostro. Lo único que le daba
felicidad era ese tiempo en los escenarios donde todo el mundo miraba para ella
y la hacían sentirse querida.
Aun
no se había quitado el traje y ya estaba en su casa sentada en el borde de la
cama, rodeada de velas y con un fondo de cortinas de Tul color beige. Decidida
se hizo un café y cogió las pastillas
para dormir que tenía guardadas en la mesilla de noche. Se sentó nuevamente en
su cama y tomó toda la caja de pastillas cayendo en un sueño eterno con su
vestido blanco de bailarina, como de una bella princesa se tratara, poniendo
fin a su soledad y siendo recordada como la melancólica reina del éxito , como
la triste reina de la danza.
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Espero que os guste el relato de hoy, gracias por perder un poco de vuestro valioso tiempo conmigo.
Aquí os dejo la imagen de hoy.