Hola a todos, hoy os traigo un pequeño relato, espero que os guste.
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Estaban celebrando su décimo
aniversario. Se habían conocido en el año 1995 cuando tropezaran por la calle,
fue un amor a primera vista, ella estudiante y el camarero. La vida les fue muy
bien hasta este fatídico día.
Estaban tranquilamente cenando un
bocadillo en la cubierta de un jate que
habían alquilado para tal situación, el sol brillaba con plenitud, apenas una
sutil brisa acariciaba sus mejillas y el mar estaba tan calmo que parecía que
navegaban sobre un espejo, y en el horizonte se miraba una rompiente
espectacular. Todo era maravillosamente perfecto. Tras la comida se atrevieron
a bailar un dulce canción, pero poco a poco el tiempo comenzó a cambiar, el sol
empezó a camuflarse en unas nubes de tormenta que aparecían en el cielo, el viento
de ser una simple brisa comenzó a soplar con una gran fuerza, y el mar, de ser
un espejo comenzó a ponerse tan bravo que hacía tambalear el barco de lado a
lado.
La situación hizo que tomaran la
decisión de marchar. El tiempo empeora por segundos y la preocupación estaba en
aumento. Aunque lograron encender el barco, la situación no mejoró. Las olas
golpeaban con gran fuerza contra el barco, que finalmente cedió ante la fuerza
del mar volcando y dejando a la dulce pareja a la deriva. La desesperación
aparecía al verse solos y lo único que lograron hacer fue abrazarse para
mantenerse juntos. Poco a poco la fuerza del mar acercó el jate hacia el acantilado,
ocasionando que golpeara contra las rocas una y otra vez quedando completamente
destrozado. Nuestra querida pareja intentaba luchar para no acabar de igual
manera que el jate.
El miedo le invadía, pero seguían
luchando por sus vidas, poco a poco los restos del jate se fueron acercando y
Fran consiguió recuperar un salvavidas que se lo puso a su mujer, mientras él
se aferraba a unos trozos de madera.
La tormenta parecía que se iba calmando, pero
aun no estaban a salvo. El cansancio estaba apoderándose de ellos, y aunque
Esther tenía salvavidas que la ayudaba a mantenerse a flote, Fran ya no tenía apenas
fuerzas para seguir nadando, así que, una fuerte ola lo arrastró haciéndolo
golpear contra las olas y poco después siendo tragado por el mar.
Esther gritó desesperada al ver
desaparecer a su amado y la angustia se apoderó de ella al verse completamente
solo, rodeada de restos del barco. Poco a poco la tormenta fue cesando y llegó
la calma, el mar nuevamente volvía a ser un espejo, el sol brillaba en el cielo
y el fuerte viento se volvió una sutil brisa. Viendo la situación ella decidió
nadar hasta la rompiente con la intención de escalar por ella y llegar
arriba. Aunque las fuerzas que le
quedaban eran pocos logró llegar a las primeras rocas donde se sentó y
descanso. Una vez había recuperado algunas fuerzas continuó su camino, llegó hasta
donde podía ir caminando y se volvió a sentar. Estaba demasiada cansada para
iniciar una escalada tan complicada, además ya era de noche así que decidió
tumbarse en una roca que estaba lejos del agua y que era relativamente llana.
Casi de manera automática quedó dormida, ya que estaba realmente agotada.
Llegaron los primeros rayos de sol
del día y con ellos Esther despertó. Estaba completamente dolorida pero sabía
que no le quedaba más remedio si quería sobrevivir que comenzar a escalar.
Comenzó desentumeciendo un poco su cuerpo y poco a poco inició la escalada.
Cuando iba más o menos por la mitad su cuerpo ya le decía que no podía más,
pero siguió hacia arriba, las manos le dolían, ya que las tenía llenas de
heridas por las rocas, y si eso no fuera poco, el mar comenzó nuevamente a
erizarse y grandes olas comenzaron a romper en el acantilado, salpicaduras de
las olas golpeaban en ella y en las piedras que tenía a su alrededor, eso
complicaba mucha la ya de por sí difícil escalada, las piedras resbalaban, las
fuerzas le fallaban, realmente no podía más.
Su ansía de vivir y su fuerza de
voluntad hicieron que lograse llegar arriba. Una vez fuera del peligroso
acantilado soltó un grito que le salió del alma, las gotas de agua aún caía por
su cara y sus manos ensangrentadas no paraban de gotear, pero ella sabía que lo
había conseguido. Ahora solo quedaba caminar atravesando un pequeño bosque y
llegaría algún pueblo que en el que le ayudarían.
Así fue, caminó durante dos horas
hasta que encontró un pueblo, la gente al verla fue corriendo a socorrerla y
ella al verse salvada cayó de rodillas al suelo, ya que no le quedaban fuerzas
ni para mantenerse en pie.
De ser una feliz pareja que celebraba su décimo aniversario, se convirtió en una triste mujer que le haría falta mucho tiempo para recuperarse de esta difícil y cruel experiencia
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Espero que os gustara el relato de hoy, os dejo con la imagen del día y gracias por perder un poco de vuestro valioso tiempo conmigo.