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martes, 20 de octubre de 2020

TODA UNA VIDA

 


    Hoy os traigo un poema que fue presentado a un concurso de poesía.  La única forma de mejorar es con la insistencia


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De pequeña solía jugar,

a coches chocar,

con muñecas disfrutar,

al peinarlas y bailar.

Me gustaba pasear,

con mi papá y mi mamá,

ir a la playa a nadar,

ir al campo a plantar.

Recuerdo ir con mi papá,

al parque a jugar,

tirarme por el tobogán,

y con la pelota encestar.

Jugábamos sin cesar,

a goles marcar,

pelotas encestar,

y nunca dejar de entrenar.

Todas las noches yo soñaba,

con ser deportista profesional,

me daba igual futbolista,

o ser una gimnasta.

Los días pasaban,

y mi sueño no alcanzaba,

me olvidé de ser futbolista,

y en gimnasta me centraba.

La barra practicaba,

en el suelo ensayaba,

la cinta me encantaba,

pero con el balón tropezaba.

Con los aros insistía,

y jamás me rendía,

pero no conseguía,

lograr lo que yo quería.

En competiciones participaba,

pero ganar no ganaba,

finalista si quedaba,

a lo mucho medalla de bronce lograba.

Yo luchaba y luchaba,

y de intentarlo no cesaba,

pero no lograba,

cumplir lo que deseaba.

Las olimpiadas se acercaban,

y yo participar deseaba,

sin descanso entrenaba,

para lograr lo que deseaba.

Mis padres me apoyaban,

y rendirme no dejaban,

a mi lado siempre estaban,

y sin ellos no lo lograba.

El campeonato de Europa se acercaba,

mi última oportunidad estaba,

mi sueño se acercaba,

y perder no pensaba.

El gran día llegó,

el campeonato empezó,

el miedo apareció,

y mi cuerpo tembló.

La presentación comenzó,

y gran espectáculo se alzó,

la música logró,

y mi sueño se elevó.

Estaba súper ilusionada,

hasta mi alma temblaba,

los nervios afloraban,

el tic tac ya sonaba.

El espectáculo comenzaba,

el suelo iniciaba,

la barra continuaba,

aros y balón finalizaban.

Mis rivales salían,

y notazas conseguían,

yo lo lograría,

mi padre me lo repetía.

Al escenario salí,

mis miedos vencí,

con felicidad vi,

las notas que conseguí.

El campeonato acabó,

y alguien lo ganó,

el mismísimo rey entregó,

las medallas del honor.

No lo podía creer,

la competición gané,

la medalla de oro logré,

y la felicidad me llevé.

Luego fueron las olimpiadas,

la felicidad alcanzaba,

mi nombre sonaba,

en los altavoces brillaban.

Tres medallas gané,

mi sueño realicé,

la paz encontré,

y mi nueva vida comencé.

Después todo lo dejé,

a estudiar me dediqué,

una carrera comencé,

y de abogada me formé.

Estudié y estudié,

y los años pasé,

mi carrera logré,

aunque mucho lloré.

25 años yo tenía,

cuando la carrera conseguía,

mi segundo sueño yo cumplía,

y mi nueva vida aparecía.

Mis sueños yo lograba,

feliz yo estaba,

cuando de la nada,

la enfermedad atacaba.

Mi padre enfermaba,

y mi alma se llevaba,

mi corazón se destrozaba,

porque mi mente pensaba.

El temor de perder,

el amor de mi padre,

hacía inútil todo lo que logré,

por el temor de perderle.

La desgracia llegó,

y mi padre murió,

mi corazón se rompió,

y el cesto se me olvidó.

Solo quedaba mi mamá,

y por ello yo luchaba,

poco a poco superaba,

el dolor que estaba.

Un año transcurría,

desde aquella partida,

mi madre aun sufría,

y yo, aunque lo escondía.

Mi madre se consumía,

ella ya no comía,

la desgracia se veía,

y yo no lo asumía.

Al final mi madre murió,

por lo menos ella descansó,

mi mundo se hundió,

y mi alma se rompió.

Solo me quedé,

no sabía lo que hacer,

lamentarme no paré,

pero parar no logré.

El tiempo pasaba,

y el dolor no paraba,

los ojos no se secaban,

pero superarlo buscaba.

Una sorpresa aparecía,

un galante veía,

con una bella sonrisa,

que temblar me hacía.

Cada día en la mañana,

al salir yo le buscaba,

pues él cada mañana,

por mi calle cruzaba.

Trabajaba en la mañana,

en la oficina esquinada,

entre la banca,

y el bar calatrava.

Cada mañana yo volaba,

a la cafetería calatrava,

desde allí yo vigilaba,

cada vez que el pasaba.

Yo de reojo miraba,

cada vez que el cruzaba,

con eso yo me conformaba,

aunque algo más yo deseaba.

Una alegría me llenaba,

cuando un día en la mañana,

por la cafetería él entraba,

y frente a mi yo le miraba.

Su hermosa sonrisa brillaba,

y su mirada me hipnotizaba,

aunque yo no lo deseaba,

al final me enamoraba.

Con valor me acerqué,

y a un café le invité,

con él yo brindé,

y aún más me enamoré.

El teléfono me pidió,

y él el suyo me dio,

en su teléfono  él lo guardó,

y luego sin más se marchó.

Como mariposa volaba,

como pájaro cantaba,

mi corazón no paraba,

hasta el cielo yo llegaba.

En la siguiente mañana,

allí él estaba,

dos cafés él llevaba,

él solamente brillaba.

Juntos los tomamos,

juntos los disfrutamos,

y los dos quedamos,

y otros cafés tomamos.

Más y más me enamoraba,

más y más me hipnotizaba,

cada día que pasaba,

más loca por él estaba.

Un amor forjamos,

un hogar creamos,

y el final nos amamos,

y juntos disfrutamos.

Vivimos y gozamos,

como nunca disfrutamos,

hasta que conversamos,

y quisimos casarnos.

La iglesia concertamos,

las flores acordamos,

los padrinos confirmamos,

y la fecha fijamos.

El vestido busqué,

hasta que al final encontré,

su ropa busqué,

y el perfecto traje encontré.

El día se acercaba,

y la ilusión no controlaba,

mi corazón no paraba,

y mi alma rebosaba.

El fin llegó el día,

y con velocidad me vestía,

la felicidad que sentía,

a cada minuto crecía.

Las palabras pronunciamos,

nuestro amor juramos,

y después celebramos,

y nuestra vida comenzamos.

La luna de miel iniciamos,

en un barco embarcamos,

por avión después viajamos,

hasta que al final llegamos.

En la habitación entramos,

y allí descansamos,

y después volamos,

y así disfrutamos.

La playa conocimos,

los museos visitamos,

excusiones realizamos,

pero sobre todo nos amamos.

Quince días pasamos,

sin parar disfrutamos,

y juntos lamentamos,

y así regresamos.

Una vida de casados,

juntos comenzamos,

y los dos iniciamos,

el futuro conjuntado.

Los días pasamos,

juntos disfrutamos,

nuestro amor conjuramos,

y un nuevo ser apreciamos.

Embarazada me quedé,

creamos un nuevo ser,

fruto del hombre que amé,

del hombre que amo y amaré.

El día tan esperado,

al fin había llegado,

y el momento deseado,

a la puerta había llegado.

Entre mis brazos lo cogí,

lo más bello vi,

lo más hermoso descubrí,

y completa estaba al fin.

Un paso nuevo de vida,

algo nuevo construía,

el camino se hacía,

y una nueva senda lucía.

Completa yo estaba,

todo lo disfrutaba,

cada lloro volaba,

y en mis oídos entraba.

El bebe crecía y crecía,

y nada más que alegría,

en mi corazón nacía,

cada día de mi vida.

La niña ya no era niña,

adolescente se volvía,

era hermosa, era linda,

era lo más inmaculado que conocía.

Miedo sentía,

Y aunque no ro reconocía,

el temor me carcomía,

por el futuro que no conocía.

La vida transcurría,

y vieja yo me hacía,

ella en cambio crecía,

y en una gran mujer se volvía.

Mi puerta sonaba,

alguien petaba,

la curiosidad me mataba,

alguien estaba.

Un hombre estaba,

por mi hijo preguntaba,

era el día que esperaba,

mi hija me presentaba.

Yo era afortunada,

mi hija un buen hombre encontrara,

o al menos eso aparentaba,

por la forma que la trataba.

Feliz yo lo miraba,

sonreía y no paraba,

la vida disfrutaba,

y yo nada más necesitaba.

La desgracia aparecía,

creer no podía,

la enfermedad sorprendía,

a mi hermosa familia.

Mi marido enfermaba,

y el dolor me mataba,

curarlo yo buscaba,

pero no lo lograba.

Al final la desgracia,

asoló a mi familia,

mi marido moría,

mi alma se rompía.

Las dos juntos afrontamos,

las dos juntos superamos,

y las dos nos preparamos,

y juntas lo controlamos.

Una alegría después llegó,

mi hija se ha prometido,

con todo su amor,

ya no seremos dos.

El momento llegó,

la boda se celebró,

un gran amor nació,

entre ellos dos.

Mi vida cambió,

su vida cambió,

mi bebe creció,

y en una mujer se convirtió.

Su vida comenzaba,

su futuro se creaba,

ella se alejaba,

y yo solo me quedaba.

Los días pasaban,

y ellos acordaban,

que nunca me abandonaran,

pero finalmente sola estaba.

Yo lo entendía,

yo lo comprendía,

tenían que hacer su vida,

y yo no pertenecía.

Visitas recibía,

algún que otro día,

venían y aparecían,

a pasar el día.

Un día una noticia,

trajeron con su visita,

una nueva vida,

en seis meses aparecería.

Mi hija traja vida,

igual que yo cierto día,

la alegría me invadía,

se completaba su vida.

Abuela yo sería,

aunque siempre lamentaría,

que mi amado no experimentaría,

esta gran experiencia.

El desde el cielo protegería,

a esta nueva vida,

mi corazón lo sabía,

y con eso me valía.

Los días pasarían,

y el día llegaría,

en que una nueva vida,

en el mundo aparecería.

Ese día llegó,

y el ángel nació,

la felicidad surgió,

y a los dioses despertó.

El dios sol brilló,

la diosa luna veló,

la diosa tierra aseguró,

y un nuevo camino se formó.

Poco a poco el crecía,

y yo poco a poco envejecía,

poco ya me quedaría,

y disfrutar era lo que quería.

Como yo suponía,

la enfermedad aparecía,

se aproximaba el día,

en el que yo partiría.

Mi hija lloraba,

mi yerno se lamentaba,

mi nieto gritaba,

y yo les consolaba.

Mi hora cerca está,

no habéis de llorar,

me toca descansar,

y a vosotros disfrutar.

Sé que os dolerá,

sé que os vais a lamentar,

pero poco a poco pasará,

y vuestra vida seguirá.

El día llegó,

mi muerte apareció,

mi partida comenzó,

y un ciclo nuevo surgió.

Ellos lloraron,

ellos se lamentaron,

incluso hasta gritaron,

después lo superaron.

Desde el cielo observo,

desde el cielo vigilo,

desde el cielo protejo,

desde el cielo acompaño.

Ellos no están solos,

se tienen a ellos,

yo tampoco lo estoy,

tengo a mi amado.

Aquí lo he encontrado,

y juntos ahora estamos,

juntos observamos,

juntos acompañamos.

Mi vida se acabó,

una nueva era comenzó,

ahora le toca a otros,

continuar lo empezado.

Ahora ya me despido,

la escritura abandono,

escribirán otros,

otros forjaron los escritos.


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    Espero que os gustara, un beso para todos y gracias por perder un poco de vuestro valioso tiempo conmigo. Aquí os dejo la imagen de hoy.



lunes, 19 de octubre de 2020

PAREJAS

                 

        Hola a todos, hoy os traigo un pequeño relato, espero que os guste.


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            Estaban celebrando su décimo aniversario. Se habían conocido en el año 1995 cuando tropezaran por la calle, fue un amor a primera vista, ella estudiante y el camarero. La vida les fue muy bien hasta este fatídico día.

            Estaban tranquilamente cenando un bocadillo en la cubierta de un jate  que habían alquilado para tal situación, el sol brillaba con plenitud, apenas una sutil brisa acariciaba sus mejillas y el mar estaba tan calmo que parecía que navegaban sobre un espejo, y en el horizonte se miraba una rompiente espectacular. Todo era maravillosamente perfecto. Tras la comida se atrevieron a bailar un dulce canción, pero poco a poco el tiempo comenzó a cambiar, el sol empezó a camuflarse en unas nubes de tormenta que aparecían en el cielo, el viento de ser una simple brisa comenzó a soplar con una gran fuerza, y el mar, de ser un espejo comenzó a ponerse tan bravo que hacía tambalear el barco de lado a lado.

            La situación hizo que tomaran la decisión de marchar. El tiempo empeora por segundos y la preocupación estaba en aumento. Aunque lograron encender el barco, la situación no mejoró. Las olas golpeaban con gran fuerza contra el barco, que finalmente cedió ante la fuerza del mar volcando y dejando a la dulce pareja a la deriva. La desesperación aparecía al verse solos y lo único que lograron hacer fue abrazarse para mantenerse juntos. Poco a poco la fuerza del mar  acercó el jate hacia el acantilado, ocasionando que golpeara contra las rocas una y otra vez quedando completamente destrozado. Nuestra querida pareja intentaba luchar para no acabar de igual manera que el jate.

            El miedo le invadía, pero seguían luchando por sus vidas, poco a poco los restos del jate se fueron acercando y Fran consiguió recuperar un salvavidas que se lo puso a su mujer, mientras él se aferraba a unos trozos de madera.

             La tormenta parecía que se iba calmando, pero aun no estaban a salvo. El cansancio estaba apoderándose de ellos, y aunque Esther tenía salvavidas que la ayudaba a mantenerse a flote, Fran ya no tenía apenas fuerzas para seguir nadando, así que, una fuerte ola lo arrastró haciéndolo golpear contra las olas y poco después siendo tragado por el mar.

            Esther gritó desesperada al ver desaparecer a su amado y la angustia se apoderó de ella al verse completamente solo, rodeada de restos del barco. Poco a poco la tormenta fue cesando y llegó la calma, el mar nuevamente volvía a ser un espejo, el sol brillaba en el cielo y el fuerte viento se volvió una sutil brisa. Viendo la situación ella decidió nadar hasta la rompiente con la intención de escalar por ella y llegar arriba.  Aunque las fuerzas que le quedaban eran pocos logró llegar a las primeras rocas donde se sentó y descanso. Una vez había recuperado algunas fuerzas continuó su camino, llegó hasta donde podía ir caminando y se volvió a sentar. Estaba demasiada cansada para iniciar una escalada tan complicada, además ya era de noche así que decidió tumbarse en una roca que estaba lejos del agua y que era relativamente llana. Casi de manera automática quedó dormida, ya que estaba realmente agotada.

            Llegaron los primeros rayos de sol del día y con ellos Esther despertó. Estaba completamente dolorida pero sabía que no le quedaba más remedio si quería sobrevivir que comenzar a escalar. Comenzó desentumeciendo un poco su cuerpo y poco a poco inició la escalada. Cuando iba más o menos por la mitad su cuerpo ya le decía que no podía más, pero siguió hacia arriba, las manos le dolían, ya que las tenía llenas de heridas por las rocas, y si eso no fuera poco, el mar comenzó nuevamente a erizarse y grandes olas comenzaron a romper en el acantilado, salpicaduras de las olas golpeaban en ella y en las piedras que tenía a su alrededor, eso complicaba mucha la ya de por sí difícil escalada, las piedras resbalaban, las fuerzas le fallaban, realmente no podía más.

            Su ansía de vivir y su fuerza de voluntad hicieron que lograse llegar arriba. Una vez fuera del peligroso acantilado soltó un grito que le salió del alma, las gotas de agua aún caía por su cara y sus manos ensangrentadas no paraban de gotear, pero ella sabía que lo había conseguido. Ahora solo quedaba caminar atravesando un pequeño bosque y llegaría algún pueblo que en el que le ayudarían.

            Así fue, caminó durante dos horas hasta que encontró un pueblo, la gente al verla fue corriendo a socorrerla y ella al verse salvada cayó de rodillas al suelo, ya que no le quedaban fuerzas ni para mantenerse en pie.

            De ser una feliz pareja que celebraba su décimo aniversario, se convirtió en una triste mujer que le haría falta mucho tiempo para recuperarse de esta difícil y cruel experiencia


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        Espero que os gustara el relato de hoy, os dejo con la imagen del día y gracias por perder un poco de vuestro valioso tiempo conmigo.




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INFORMACIÓN

    Hola a todos, esta entrada es para avisaros que estoy trabajando en una nueva historia, una historia para vosotros, si veo que soy capaz...