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sábado, 25 de julio de 2020

NINFA O BRUJA BLANCA

Hola a todos, hoy os presento un nuevo relato, espero que os guste.
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            Su hermosura no tenía igual, su larga melena de un color rojo fuego hipnotizaban a cualquier hombre al pasar, acompañada de un cuerpo perfecto y una cara de muñeca de porcelana tenía locos a todos los hombres del pueblo.

            Cada mañana iba al río a lavar la ropa de su enferma abuela, la pobre mujer de una edad muy avanzada ya apenas se podía se podía mover, dependía plenamente de su queridísima nieta. Parecía un pueblo normal, con gente normal pero no era todo como parecía. En el pueblo convivían brujas blancas, hadas, gnomos, duendes, etc… todo tipo de seres mágicos. Nuestra hermosa amiga se llamaba Efigia, ere descendiente directa de las ninfas, su anciana abuela era la reina y por herencia ella sería la futura reina.

            La anciana había anunciado el cambio de reinado de las ninfas, ya que no se encontraba con las fuerzas suficientes para poder cumplir con sus obligaciones y como Estigia ya había cumplido la mayoría de edad ya podía acceder al trono. La coronación de las ninfas era una gran fiesta y un evento muy importante para el pueblo, ya que eran ellas quienes protegían a todos los habitantes, mágicos como no mágicos. El pueblo estaba todo decorado y todos los pueblerinos estaban vestidos con sus ropas de gala, la reina estaba sentada por última vez en su trono, a la espera de la llegada de Efigia. Al llegar la nueva reina todos aplaudieron, pero cuando parecía que todo iba perfecto apareció Enia, la madre de Efigia.

                        -Alto, esta coronación no se puede celebrar. (Dijo Enia)

                        -¿Qué haces aquí? Tú ya no eres bienvenida. (Comentó la anciana reina)

                        -Madre, ya veo que no me echaste de menos.

                        -Te busqué por todos los reinos, hasta que descubrí que te habías ido con las brujas negras de los bosques altos. Desde ese momento renuncié a ti, el mal no tiene cabida en este reino.

                        -Pero, te guste o no, yo soy tu hija, y soy yo quien debe heredar el reino.

                        -Te equivocas, en el momento que Efigia obtuvo la mayoría de edad ella también tiene derecho al trono.

                        -Bien, somos dos con derechos a reinar, que vas a hacer.

                        -Bajo las leyes de las Ninfas, cuando dos herederos a trono quieren el reino, tendrán que combatir hasta la muerte o rendición.

                        -JA, JA, JA, esto puede ser divertido, no hay nadie que pueda competir con el poder que he ganado en todos estos años. Las brujas de los bosques me enseñaron todo su poder y junto con el poder de las ninfas, soy invencible.

                        -Eso lo veremos Enia, como marca la tradición tenéis tres semanas para prepararos para el duelo.

                        - Que va hacer esa niña en tres semanas contra mí que llevo entrenando años. En tres semanas estaré aquí.

            Enia se marchó igual de rápido que llegó.

                        -Abuela, mi madre tiene razón, no tengo nada que hacer contra ella.

                        -No tienes de que preocuparte, eres la ninfa más poderosa que conozco, tu linaje es el más poderoso, es cierto que tu madre posee un gran poder proveniente de las ninfas y lo que le enseñaron las brujas negras, pero tú, a diferencia de ella, llevas en tu sangre el poder ancestral de las ninfas junto con el poder ancestral de una larga estirpe de magos blancos.

                        -¿Magos blancos?

                        -Si querida, tu padre era el heredero del reino de los magos blancos, pero fueron atacados por las brujas negras y lo asesinaron, al igual que a la mayoría del reino de los magos.

                        -¿Por qué nunca me habías hablado de él?

                        -No quería que siendo tan pequeña ya tuvieras rencor por el mundo. Espero que me puedas perdonar.

                        - Claro que si abuela.

                        -En estas tres semanas, las brujas blancas te adiestraran en su poder, que es lo único que necesitas.

                        -Podré aprenderlo en tan poco tiempo. Mi madre tardó años con las brujas negras.

                        - Cariño,, ten en cuenta una cosa, tú la llevas en la sangre.

            Tras toda la conversación Efigia fue a descansar, ya que en estos días tendría mucho que aprender.

            Llegó la mañana siguiente y la anciana de las brujas blancas fue la encargada de ser la maestra de Efigia.

                        -Hola querida, supongo que estarás nerviosa, pero de verdad, no te preocupes. Lo primero que vamos hacer será despertar tus poderes de bruja ya que, los de ninfa los tienes despiertos desde siempre.

                        -¿Cómo vamos a hacer eso?

                        -Es muy sencillo, invocaremos a tus ancestros par que sea más rápido y sean ellos mismos quienes los despierten.

                        -No lo entiendo.

                        -Te explico, normalmente las brujas, desde muy pequeñas nos enseñan a despertar el poder, pero en tu caso, lo tenemos que haces en versión rápido, y la forma más veloz que conozco es que tus familiares te lo despierten. Confía en mí.

            Las dos se sentaron en el suelo, una frente a la otra, dibujaron con unos pétalos de claveles blancos un corazón en el suelo, en el centro pusieron una vela blanca y la anciana pinchó un dedo de Efigia y una gota de su sangre calló en la vela.

                        -¿Para qué es la sangre? Pensé que las brujas blancas no usaban sangre.

                        -No la usamos para hacer daño, pero es la única forma que hay para poder llamar a tus ancestros de sangre.

                        - Entiendo.

            Tras un leve silencio, la anciana dio unos rezos y de la nada, saliendo de la luz de la vela apareció el padre de Efigia.

                        - Efigia, querida hija, que hermosa estás.

                        - Papá. ¿Eres realmente tú?

                        - Si querida hija, deseaba tanto hablar contigo.

                        -Y yo papá, deseaba con todas mis fuerzas conocerte.

                        - Bueno, no quiero volverme la bruja mala de la historia, pero no tenemos tiempo. ¿Sabes para que te hemos llamado?

                        - Sí, lo sé, y no os preocupéis, además de despertar sus poderes, le voy a dar una bendición. Como ya sabrás anciana, los magos muertos tenemos derecho a dar una bendición a un vivo y yo aún no he dado la mía, esperaba este momento para hacerla.

                        - Adelante (dijo la anciana)

                        - Por el poder de los ancestros que tus poderes despierten de su largo sueño y brote de ti todo tú poder.

            Tras esas palabras Efigia comenzó a levitar y saliendo de ella una luz blanca que alumbraba todo el pueblo.

                        -Tus poderes han despertado, ahora recibe mi bendición. Te otorgo la bendición de la sabiduría.

                        -Perfecta bendición, prácticamente apenas ya necesitará entrenar, ya que todo lo que yo le pueda enseñar se lo has dado tú con tu bendición. Con esto solo tendrá que ganar fuerzas y como mucho prepararse algunas pociones. Nos has salvado.

                        -Yo no. Os salvará Efigia. Ella tiene el poder y está bendecida desde su nacimiento por la primera reina ninfa. Ella es la elegida.

                        - La elegida para que

                        -Ya lo sabrás hija mía, el tiempo te lo mostrará. Ahora me tengo que ir, nos volveremos a ver pronto. Te quiero

            Y tras esa despedida, la vela se apagó cerrando la puerta entre los muertos.

            Las semanas siguientes Efigia perfeccionó sus poderes y preparó pociones de curación y protección, para poder proteger el pueblo de la batalla que estaba por llegar. Llegó el día del combate final, e igual que la otra vez Enia apareció en completo silencio, esta vez acompañada de tres brujas negras.

                        -¿Que hacen aquí esas brujas? (Pregunto la anciana ninfa)

                        - En breve, este será mi reino, por lo que también será el reino de las brujas negras y todos tendréis que darle respeto y obedecerlas.

                        - Los veremos madre, el combate aun no lo has ganado

                        -Efigia, harías mejor rindiéndote ahora, no te quiero matar.

                        -Comencemos.

            Antes de empezar Efigia lanzó las pociones marcando una línea de protección hacia el pueblo.

                        -No te preocupes por ellos, preocúpate por tu vida

                        -Ellos son mi vida.

            La dura batalla comenzó, hechizos se mandaban una a la otra, parecía no tener fin, pero tratándose de brujas negras las trampas aparecieron, en vez de ser madre contra hijas, finalmente se convirtió en cuatro contra Efigia. Poco a poco Efigia iba perdiendo la batalla, se estaba quedando sin fuerzas, estaba en el suelo cuando se escuchan unas voces desde el pueblo.

                        -TÚ PUEDES, BUSCA EL PODER

            Al escuchar esas palabras Efigia se levantó y comenzó a llamar al poder de la tierra y miles de millones de bolas de luz entraban en ella proveniente de la tierra y de todos los seres mágicos que estaban con ella. Tras esa lanzó un hechizo de luz expulsando a las cuatro brujas más allá del horizonte, ganando la batalla y proclamándose reina.

            Una gran fiesta se celebró en el pueblo para la coronación de Efigia, miembros de todas los pueblos vinieron a la celebración, pero dentro de toda la felicidad, dijo Efigia.

                        -Celebremos el día de hoy, pero estemos preparados para la venganza de las brujas negras. Ese día a de llegar.

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 Espero que os gustara el relato de hoy, aquí os dejo la imagen del día y daros las gracias por perder un poco de vuestro valioso tiempo conmigo.

La Última, Bruja, Mística, Magia, Místico, Espíritu


miércoles, 22 de julio de 2020

LA VIDA CON MIS ABUELOS

        Hola a todos, hoy os traigo un pequeño relato, espero que os guste.

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            Hoy he llegado a la casa rural de mi abuela en Galicia, nada más llegar fui a mi habitación a dejar mis cosas y después fui corriendo a visitar a todos los animales, desde el verano que viene que no los veía. Después me fui a dormir ya que me encontraba muy cansada por el viaje y además mañana empezaría mi jornada laboral con mi abuelo.

            Eran las cinco de la mañana cuando me levanté para ayudar a mi abuelo con todas los animales, ya que mi abuela se encargaba de la casa rural. Era un trabajo muy duro pero me gustaba mucho el trabajo de la granja. Primero comenzábamos con las vacas, mientras mi abuelo las limpiaba y les daba de comer yo me encargaba de ordeñarlas, era genial y que diferente sabía es leche. Al acabar le llevábamos la leche a la abuela para que preparara los desayunos de los huéspedes de la casa rural. El siguiente paso eran las gallinas, hacíamos lo mismo, mientras mi abuelo limpiaba y les daba de comer yo recogía los huevos, luego los preparábamos en docenas para llevarlos a vender al mercado, y por último, pero no menos importante, nos encargábamos del cerdo, se limpiaba y se le daba de comer, a mí el cerdo me hacía mucha gracias porque comía de todo, gracias a él y a mi abuela no se tiraba con nada en casa.

            Cuando acabábamos con la primera parte del trabajo, siempre íbamos a junto de la abuela para que nos diera el segundo desayuno, dos trabajadores como nosotros necesitábamos reponer fuerzas, y una vez terminado, el abuelo y yo nos íbamos al mercado del pueblo a vender los huevos, los excedentes de nuestra finca y a comprar lo que fuera necesario para casa.

            Al regresar a casa después del mercado, el abuelo me daba descanso hasta la hora de la comida, ¡Ummmmmmm! Que rica estaba la comida de la abuela. Luego por la tarde nos encargábamos de la finca, de regar y en caso de que tocará recoger algo a cosechar. Los días de cosecha eran mucho más entretenidos, una cosa que me encantaba era cuando se cosechaban las cebollas y después había que trenzarlas, aunque si soy honesta y sincera, todos los trabajos de la granja me gustan.

            Había días puntuales que en vez de trabajar con mi abuelo por la tarde, tenía que trabajar con mi abuela ayudándola a hacer los quesos para comer o vender en el mercado, ya que los quesos de mi abuela eran los mejores de todos los pueblos a la redonda, o para preparar algún postre para los huéspedes y nosotros, era una gran repostera.

            Esta era mi vida durante un mes entero de verano, ninguno de mis amigos entendía cómo era posible que con diecisiete años prefería la vida de campo antes que la vida en una ciudad como Madrid, a mí no me importa lo que ellos piensen, además, cuando yo celebre mi décimo octavo cumpleaños seré mayor de edad, y como ya avisé a mis padres me voy a ir a vivir con mis abuelos al pueblo y les voy a  ayudar tanto en la casa rural como en la granja. Esa es mi vida, no la gran ciudad.

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       Espero que disfrutarais con el pequeño relato, aquí os dejo la imagen de hoy, y gracias por perder un poco de vuestro valioso tiempo conmigo. 

Tercera Edad, Juventud, La Mano, Abuela

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    Hola a todos, esta entrada es para avisaros que estoy trabajando en una nueva historia, una historia para vosotros, si veo que soy capaz...