Hoy he llegado a la casa rural de mi abuela en Galicia,
nada más llegar fui a mi habitación a dejar mis cosas y después fui corriendo a
visitar a todos los animales, desde el verano que viene que no los veía.
Después me fui a dormir ya que me encontraba muy cansada por el viaje y además
mañana empezaría mi jornada laboral con mi abuelo.
Eran las cinco de la mañana cuando me levanté para ayudar
a mi abuelo con todas los animales, ya que mi abuela se encargaba de la casa
rural. Era un trabajo muy duro pero me gustaba mucho el trabajo de la granja.
Primero comenzábamos con las vacas, mientras mi abuelo las limpiaba y les daba
de comer yo me encargaba de ordeñarlas, era genial y que diferente sabía es
leche. Al acabar le llevábamos la leche a la abuela para que preparara los
desayunos de los huéspedes de la casa rural. El siguiente paso eran las
gallinas, hacíamos lo mismo, mientras mi abuelo limpiaba y les daba de comer yo
recogía los huevos, luego los preparábamos en docenas para llevarlos a vender
al mercado, y por último, pero no menos importante, nos encargábamos del cerdo,
se limpiaba y se le daba de comer, a mí el cerdo me hacía mucha gracias porque
comía de todo, gracias a él y a mi abuela no se tiraba con nada en casa.
Cuando acabábamos con la primera parte del trabajo,
siempre íbamos a junto de la abuela para que nos diera el segundo desayuno, dos
trabajadores como nosotros necesitábamos reponer fuerzas, y una vez terminado,
el abuelo y yo nos íbamos al mercado del pueblo a vender los huevos, los
excedentes de nuestra finca y a comprar lo que fuera necesario para casa.
Al regresar a casa después del mercado, el abuelo me daba
descanso hasta la hora de la comida, ¡Ummmmmmm! Que rica estaba la comida de la
abuela. Luego por la tarde nos encargábamos de la finca, de regar y en caso de
que tocará recoger algo a cosechar. Los días de cosecha eran mucho más
entretenidos, una cosa que me encantaba era cuando se cosechaban las cebollas y
después había que trenzarlas, aunque si soy honesta y sincera, todos los
trabajos de la granja me gustan.
Había días puntuales que en vez de trabajar con mi abuelo
por la tarde, tenía que trabajar con mi abuela ayudándola a hacer los quesos
para comer o vender en el mercado, ya que los quesos de mi abuela eran los
mejores de todos los pueblos a la redonda, o para preparar algún postre para
los huéspedes y nosotros, era una gran repostera.
Esta era mi vida durante un mes entero de verano, ninguno
de mis amigos entendía cómo era posible que con diecisiete años prefería la
vida de campo antes que la vida en una ciudad como Madrid, a mí no me importa
lo que ellos piensen, además, cuando yo celebre mi décimo octavo cumpleaños
seré mayor de edad, y como ya avisé a mis padres me voy a ir a vivir con mis abuelos
al pueblo y les voy a ayudar tanto en la
casa rural como en la granja. Esa es mi vida, no la gran ciudad.
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Espero que disfrutarais con el pequeño relato, aquí os dejo la imagen de hoy, y gracias por perder un poco de vuestro valioso tiempo conmigo.
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