Hoy os traigo un pequeño relato, espero que os guste.
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Leonor intentó levantarse de la cama pero el dolor que
sentía era demasiado, su corazón estaba roto desde aquel fatídico 10 de
diciembre. Con gran esfuerzo se levantó, ya que tenía cita con su psicólogo.
Nada más llegar a la consulta, como cada semana le pregunto que recordaba de
ese día para intentar luchar contra ese bloqueo que tenía en su mente.
- Lo recuerdo todo Juan, hoy a
la mañana desperté llorando, sin ganas de levantarme y con un gran dolor, todos
los recuerdos volvieron a mi mente como una lluvia de meteoritos atravesando el
cielo.
- ¡Al fin Leonor! ¡Qué alegría! Cuéntamelo
todo, suelta toda esa angustia y haz que tu corazón sea libre.
-¿Por dónde empiezo?
-Por el día 10 cuando te
levantaste.
-Me desperté al lado de Luis,
esa noche mi pequeña se nos había colado en cama. Nos levantamos muy felices,
teníamos excursión familiar, todo estaba preparado, sólo quedaba ir a recoger a
mis padres, y así fue, a las 12 de la mañana los estábamos recogiendo, íbamos
camino del lago cantando canciones para que mi pequeña fuera feliz. Pero algo
le pasó a Luis empezó a gritar, soltó el volante y puso la mano en el pecho, yo
intenté sujetar el volante, pero Luis perdió el conocimiento impidiéndome
acercarme al volante, y de pronto, estábamos dando vueltas, cuando volví a
abrir los ojos solo podía ver sangre, de fondo una luz azul y una voz diciendo:
Tranquila os vamos a sacar de ahí. Recuerdo ver a mi hija con sangre por toda
la cara. Cuando volví a reaccionar estaba en el hospital y pregunté por mi familia, ellos están todos
muertos, tienes que ser fuerte, me dijeron, en ese momento perdí nuevamente el
conocimiento. Lo siguiente que recuerdo es despertar en la cama del hospital
toda llena de cables y apareciste tú, te presentaste como el psicólogo del hospital.
-Eso es fantástico Leonor, de
ahora en adelante todo irá mejorando y yo estaré a tu lado para ayudarte,
cuenta conmigo como un amigo no como un médico.
-Eres muy amable Juan, pero hay
una cosa que me llama mucho la atención.
-¿Lo qué?
-Desde el primer instante en el
hospital me pareciste una persona muy conocida, si cierro los ojos y escucho tu
voz me viene a la cabeza la voz del accidente, mi corazón me dice que tú
estabas allí.
-Sí, es cierto, yo estaba, fui
yo quien llamó a la ambulancia informando del accidente.
-¿Por qué no me has dicho nada?
-Tenías que recordarlo tú.
-Pero eso no es lo peor, en mis
sueños te veo en mi vida cotidiana de antes del accidente.
-No puede ser, los sueños son
eso simplemente sueños.
-No te recuerdo en la panadería,
en el supermercado, incluso en el portal de mi casa, recuerdo un día en
especial que me cayeron las llaves y tú me las recogiste, siempre estabas ahí.
-Está bien Leonor, lo reconozco,
te seguí durante mucho tiempo, pero desde el primer día que te vi de casualidad
en el supermercado me enamoré de ti, yo sabía que estabas casada y que mientras
el viviera, no mirarías a otro hombre, por eso, la noche del 9 para el 10 de
diciembre tomé la decisión de entrar en tu casa e inyectar en su botella un
medicamento que provoca paros cardíacos, yo iba detrás para que no os pasara
nada ni a ti ni a tu hija.
-Estás loco, has destrozado mi
familia
-Tranquila, formaremos una
familia juntos, ya verás cómo los olvidas.
-¡Has matado a mis padres, a mi
marido y a mi hija!
-Tus padres tarde o temprano
iban a morir, tu marido era un estorbo para nuestro amor y tu hija, ella si me
dio pena, pero yo te daré los hijos que desees.
-¡Maldito
seas! ¡Te odio!, has matado todo lo que yo amaba.
Leonor
entró en cólera, no lograba contener la compostura, las lágrimas recorrían sus
mejillas mientras sus dientes chirriaban
al rozar unos con otros para poder contenerse, sin saber porque sus ojos
se fijaron en el balcón que estaba abierto y sin pensárselo dos veces se acercó a Juan y de un empujón lo
tiró por el balcón. Ella sabía que lo que había hecho estaba mal, pero no era
justo que ese ser estuviera vivo después de haber matado a todos, a cada uno de
los miembros de su familia, las personas que amaba, o mejor dicho idolatraba.
Con toda la serenidad que se podía tener en esa situación, cogió el teléfono y
llamó ella misma a la policía. Sabía que la encarcelaría, tenía muy claro que iría a prisión, pero eso
le daba igual, su vida sin su familia era peor que la cárcel, era eso o
quitarse la vida y sus creencias religiosas no le permitían suicidarse. Al
llegar la policía les contó todo lo que había pasado, automáticamente fue
arrestada y tuvo un juicio rápido, y tal y como ella lo suponía su condena fue
de cadena perpetua. Entró en prisión sin mirar atrás y desde ese mismo día
dedicó su vida a cuidar a los niños de la guardería de la prisión. Les cantaba
las canciones que sus padres le cantaban a ella de pequeña y que a su vez le
cantó a su hija junto con su gran amor Luis. Era su manera de mantener su
recuerdo con vida después de tanto sufrimiento.
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Espero que os gustara el relato de hoy, gracias por perder un poco de vuestro valioso tiempo conmigo. Aquí os dejo la imagen del día.