El relato de hoy no fue escrito por mi. Fue creado por un fantástico escritor llamado Daniel Rosado. Es un verdadero placer para mi tener su colaboración en el blog.
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- Las furiosas e imperecederas llamas lo consumían todo. Cientos de seres mágicos eran quemados sin piedad, hasta convertirse en montañas de ceniza, transformando el bellísimo y verde bosque, el último de ellos, en un erial oscuro y contaminado, como el resto del mundo. Los incendios comenzaron el día que el gran rey Minus III perdió la cordura, aquejado por el dolor provocado por la pérdida de su hija mayor, Rayon, en las guerras por la semilla roja, más conocida como la simiente de la inmortalidad. Una guerra estúpida, pues no existe semejante fruto. Su perversa locura lo llevó a negociar con seres infernales, permitiéndoles vagar por sus tierras a su antojo. Sin embargo, mientras el fuego demoníaco lo arrasaba todo, una misteriosa sombra caminaba entre las ávidas llamas, cubriéndose con un extraño manto capaz de repelerlas…-
- ¡Has contado esa historia cientos de veces anciano! Tú no eres una criatura mágica, sino un viejo borracho…- reprende el niño rubio al cuentacuentos por enésima vez.
Baron murió al día siguiente, y entre sus pertenencias, dejó al muchacho una extraña bola roja envuelta en un capuchón transparente, acompañada de una nota:
– Los bosques renacerán…-
Baron, el Sembrador
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Daros las gracias por perder un poco de vuestro valioso tiempo conmigo y por supuesto darle las gracias a DANIEL ROSADO, por su colaboración de hoy en el blog.
Aquí os dejo la imagen de hoy.
Un placer, gracias a ti por compartir mi relato, y gracias a todos por seguir nuestras plumas. Un saludo.
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