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CAPITULO III: LA SORPRESA
Era el día siguiente, como era rutina María fue a recoger a su amiga a su casa y fueron a correr, al llegar a la playa hicieron sus ejercicios y después se fueron para la arboleda para charlar de sus cosas y hacer las fotos que tanto le gustaban. Pero María no estaba como siempre, ella no paraba de buscar a Julio, se había acostumbrado a verle en la sombra, pero el no estaba, en cambio en el rincón de las chicas se encontraron dos ramos de flores cada uno con su correspondiente nota. Las dos amigas estaban muy sorprendidas y rápidamente abrieron las notas:
" María, este ramo es para ti, espero que me disculpes por el mal trago que te hice pasar estos días, te puedo garantizar que no era mi intención, solo quería conoceros y ser vuestro amigo, dejar de sentirme solo.
En unos días espero volverte a ver y si me aceptáis me llamareis cuando me veáis. Un saludo y un fuerte beso."
" Hola, perdona que no me dirija a ti por tu nombre pero es que desgraciadamente no lo conozco, yo me llamo Julio, este ramo es para disculparte por todas las molestias ocasionadas, espero que me perdones y que el próximo día que nos veamos me digas tu nombre. Un beso "
Las dos amigas entraron en una especie de shok, no entendían nada y sobre todo no se esperaban nada de eso, como es normal las dos amigas no sabían como reaccionar.
Así fueron pasando las días, y cada vez que llegaban a su rincón encontraban algo, o unas flores, unos bombones, una pulsera para cada una, no se lo podían ni creer.
Pero llego el día en que al llegar a su rincón no encontraron nada, pero en la distancia se miraba una silueta de un hombre, las dos amigas fueron corriendo para ver si era su amigo misterioso y así fue, era julio, con dos ramos de flores uno en cada mano y con una sonrisa que resultaba encantadora.
Las dos chicas cogieron su ramo y le dieron dos besos a Julio y claro está, que Sheila se presentó. Empezaron a hablar los tres de los regalos que cada día le aparecían a las chicas y el solo decía que se sentía mal por lo que les había echo, por haberlas incomodado y sobre todo por haber estado espiando sin razón, porque la intimidad de cada uno es muy importante y el la había roto.
Como era de esperar, ellas empezaron a hacerle preguntas sobre su vida, para poder entender porque un hombre como el podía sentirse solo y llegar a tener que espiar a la gente para poder sobrellevar su propia vida.
Poco a poco Julio se fue abriendo a las chicas y comenzó a hacerles un relato de su vida, que resultó ser realmente interesante.
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Hoy le dejamos aquí, mañana nos dedicaremos un poco a contar la historia de Julio, el misterioso hombre. Y como cada día os dejo una imagen, hoy os presentó el pequeño rincón de las chicas.
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